La
Historia de Cataluña es muy extensa.
Sus primitivos pobladores fueron los íberos y sucesivamente vinieron a
establecerse en ella los fenicios, griegos, cartagineses y romanos. Sufrió en el siglo V la invasión de los
bárbaros y en el siglo VIll, la de los árabes que el pueblo catalán rechazó con
energía. Desde fines del siglo IX,
formó un condado independiente fundado por Wifredo, el Velloso, en el año
888. En el siglo XIl, siendo Conde de
Barcelona, Berenguer IV, enlazóse el condado con el reino de Aragón y éste con
el de Castilla en 1479. En 1640 se alzó
en armas Cataluña entera contra el gobierno de Felipe IV y en la Guerra de
Sucesión (1700-1714) tomó partido por el archiduque Carlos de Austria y ello le
costó la pérdida de sus libertades, pues, vencedor Felipe V, abolió en 1714 los
fueros de Cataluña, que nuestra región no logró recuperar hasta el año 1932, en
el que el parlamento de la Segunda República Española le otorgó el Estatuto
Autónomo por el que se rigió hasta el año 1939, en el que volvió a perder su
autonomía.
A
nuestra villa le cupo el honor de ser elegida para la conmemoración del 11 de
septiembre y dar con ello testimonio de fe al hombre que fue en aquella época
el primer líder defensor de las libertades catalanas, D. Rafael Casanova. Según medios informativos ofíciales, los
asistentes a la celebración de la «DIADA» en la Plaza de Cataluña de Sant Boi,
oscilaban entre las 30.000 y las 35.000 personas. Creo sinceramente que estos datos no se ajustan a la realidad. Nuestra plaza, abarrotada, tiene un
superficie de 17.000 metros cuadrados y las calles adyacentes estaban repletas
a rebosar. Nuestro cálculo se aproxima
a las 100.000 personas y no comprendemos a qué puede conducir el aminorar o
empequeñecer un acto histórico de un pueblo que sabe mucho de silencio y de
“SENY”.
La
voz del pueblo es la voz de Dios. Está
escrito: “La libertad no es otra cosa que aquello que las personas tienen derecho
a hacer y que la sociedad no tiene derecho a impedir». Es el derecho de obedecer sólo a la ley;
porque, sabido es, que la libertad sin una autoridad fuerte e incólume, no es
libertad al cabo del tiempo, sino anarquía y esto, los catalanes, lo sabemos
muy bien, como también sabemos que la unión de la libertad y el orden es el
último grado de la civilización y por consiguiente la perfección de la sociedad
civil.
Debemos
empezar a razonar y de nuestro razonamiento obtener conclusiones que nos
permitan discernir, en nuestra opinión, entre lo que está bien lo que está mal
o entre lo que nos conviene o no nos conviene.
Dejarnos llevar por los demás es convertirnos en marionetas y sabido es
que quien chilla más no es, generalmente, el que tiene la razón. Debemos ver por nuestros ojos y no dejarnos
llevar por verdades deformadas o verdades a medias.
Es
necesario desechar la mentira, el odio y las pasiones violentas. Pensar en que todos los ideales contienen
una gran y loable ambición y que de diferentes doctrinas pueden obtenerse
sugerencias e iniciativas que pueden conducir a un mundo mejor. No hay pueblo en la tierra que haya, podido
prosperar sin la influencia de una libertad de opinión que se traduzca en
crítica constructiva.
Todo
debe hacerse por el pueblo, pero a condición de que la inteligencia, respaldada
por la autoridad, lo refrende y discipline.
La
verdad es a veces un tanto dura, pero debemos aprender a aceptarla con la
mejor voluntad, sin apasionamientos desmesurados que dan ocasión a inevitables
fisuras.
Sant
Boi, tierra hospitalaria, fue escogida de nuevo para celebrar la conmemoración
de la «DIADA», después de 40 años de silencio ya que no de olvido. Ondearon miles de banderas catalanas y, con
fervor, se expresaron profundos sentimientos de amor a la tierra en que vivimos. Nuestro pueblo es tierra viva, con historia,
lenguaje y costumbres que no requieren de la revolución ni la violencia para
entender el concepto nacional en una unidad que nada quiere saber de
separatismos ni separadores.
ANTONIO
RODRÍGUEZ RÓDENAS
Publicat: A VIDA SAMBOYANA (número 251, octubre de 1976, pàgina 5).
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